lunes, 23 de junio de 2014

"Si no te gusta algo, cámbialo. Si no puedes hacerlo, cambia tu actitud. No te quejes"


 
Sin haberla leído previamente, era la frase que se estaba integrando a mi vida, a mi nuevo renacer, a mi nueva manera de entenderme para luego mostrarme ante el mundo que diariamente trataba de comprender. Esa frase me trastocó esa mañana, cuando me preguntaba constantemente cuándo iba a interiorizarla, cuándo por fin iba a hacerlo. Yo creía saber cómo. 





Por: Rogsel Castillo


Maya Angelou: "Si no te gusta algo, cámbialo. Si no puedes hacerlo, 
cambia tu actitud. No te quejes"


Las ansiedades siempre están a la orden del día, sobre todo en países latinoamericanos donde por 'X' o por 'Y' siempre está pasando algo en el contexto social y económico que nos trae emocionalmente hasta el piso, caminando por inercia, con nuestros ojos perdidos como si flotásemos en tan ambigua mezcla: la inseguridad emocional.

Sabemos todas las connotaciones que tiene la palabra crisis y sabemos, también, la significación diaria que le damos al verbalizarla, cada quien a su manera.  Desde febrero de este año, como todos saben, Venezuela ha pasado por situaciones que no sólo nos descolocaron como ciudadanos, sino que nos hizo cuestionarnos y reorganizar nuestras ideas y los puntos donde estamos parados con relación a los otros. Nos hizo preguntarnos si teníamos o no la razón, qué o cuál era la razón, cómo y quién tenía esa razón, y quién somos nosotros en esa laguna de verdades absolutas que todos parecen tener.

La sensación de “en quién me ha convertido este país” y “en quién quiero convertirme”: seguir a la manada que irrespeta los pensamientos ajenos, ser parte del cúmulo que prefiere ignorar la realidad social, estar en el banquillo de los fieles reproductores de las palabras ajenas, o quedarnos en la nube gris de la rabia, de no querer tomar partido por ningún equipo, mientras nos sentimos sensibles y débiles, en esos días yo estaba de ese lado. Creo, además, que estas sensaciones pueden extrapolarse a cualquier escenario, no necesariamente el político y social. A veces tenemos varios zapatos psicológicos en nuestra vida y no estamos calzados en ninguno de ellos.   

No es fácil enfrentarnos desde las ideas con personas que queremos, amigos, familia, amores. Mucho menos es fácil caernos de bruces con nosotros mismos.
Así pasaron días, semanas y meses, hasta que evidencié de afuera hacia adentro que cada persona es única y sus pensamientos también lo son, sean o no acordes a mis ideas, lo son, sean o no coherentes con mis ideas, lo son, son respetables y no puedo cuestionarlos hasta el punto de faltarles al respeto.

Cuando vi esa verdad con mis ojos, mi verdad, me di cuenta que eso mismo también aplicaba para mí: que yo no soy un ser dependiente de los paradigmas sociales, que debo en primer lugar reconocerme y establecer mis principios sobre tal o cual tema para luego aceptar que las consideraciones ajenas pueden ser una nueva manera de ver las cosas, de hacerme ver que nada es estático e inamovible en esta vida, pero que esas consideraciones nunca tendrán más importancia que mi esencia.

Finalmente, podemos entender que independientemente del contexto/problema en el que nos encontremos, esa situación que nos hará descolocarnos y cuestionarnos sobre nuestras propias ideas, no es más que una oportunidad para conocernos y rehacernos, de nuevo.

            
Y como dijo el gran maestro Carlos Cruz-Diez “Yo me diseñé”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario