martes, 5 de julio de 2016

¿Gustan una tacita de café soluble?


Para una tarde lluviosa, solos o acompañados, para meditar o inspirarse, ¿qué mejor que una humeante y aromática taza de café?









El café soluble representa actualmente un tercio del consumo total de este grano en todo el mundo. Sabido es que no puede igualar ni en sabor ni en aroma a un café fresco recién hecho, pero su fácil preparación lo hace un producto muy atractivo.

El primer café soluble fue inventado en el año 1901 por un químico japonés-americano afincado en Chicago, llamado Satori Kato. Su comercializa­ción, sin embargo, no llegó hasta unos años después y no estuvo a cargo de este, sino de otro químico británico que vivía en Guatemala, llamado George Constant Washington. El descubrimiento lo hizo cuando estaba en su jardín esperando a su esposa para tomar café. La espera se hizo un poco larga y George se percató de que en el pico de la cafetera de plata en la que había preparado el café, se había formado un polvo muy fino, debido posiblemente a la condensación. Este hecho despertó su curiosidad, y después de investigar durante algún tiempo, por fin en 1906 logró hacer la primera producción de café soluble, poniendo el invento a la venta en 1909.

Desde entonces, poco a poco, casi todos los fabricantes han iniciado procesos de producción propios de café soluble, de modo que actualmente es posible encontrar en el mercado distintas marcas y variedades, en respuesta a las preferencias de los consumidores. Paralelo a esta diversidad en la producción de café soluble, los fabricantes no han dejado de investigar y aplicar cuantos avances les ha ofrecido la moderna tecnología para mejorar el producto final y para que este conserve, hasta el momento de su consumo, los más penetrantes y sutiles aromas de los granos utilizados para su preparación.

Este es el proceso que se lleva a cabo para la elaboración del café soluble:

-El tueste: los granos de café secos pasan a una máquina llamada tambor, en la cual circula aire caliente; tiene unas aspas especiales para mover los granos de café. Según el tiempo de tueste de los granos, será el sabor final del café soluble.
-La molienda: es el proceso en el que los granos, ya tostados, pasan a un gran molino para ser convertidos en polvo.
-La extracción: la extracción es el proceso que más influye en la calidad del producto. Esta preparación se hace dentro de una cafetera enorme (batería de cilindros verticales) en la que se pone el café una vez molido y se hace circular agua caliente a baja presión. Después, la mezcla de café con agua pasa a los evaporadores; en este proceso se elimina la mayor cantidad de agua posible para que los aromas y el sabor de esta mezcla queden muy concentrados.
-El secado: este paso se hace en una torre de deshidratación, dentro la cual la mezcla de café ya concentrada cae en forma de lluvia, y debido al aire caliente circulando dentro de esta torre, el café se convierte de nuevo en polvo. Después de cierto tiempo de enfriado, estas partículas ya están aptas para el envasado o bien para la aglomeración.
-El aglomerado: proceso en el que las partículas de polvo del café se unen formando como un grano reventado.
-El envasado: el producto final se envasa habitualmente en envases de vidrio cerrados herméticamente al vacío, proceso utilizado para eliminar el oxígeno en los envases y evitar el crecimiento de bacterias.


Todo el proceso de elaboración del café soluble se realiza con los más estrictos estándares de calidad, vigilando al máximo que el producto conserve su aroma y su sabor hasta el momento de su consumo. De igual forma, se realizan pruebas de laboratorio para corroborar que en todo el proceso de producción no hubo ningún tipo de contaminación en el café soluble, cuidando así la salud del consumidor.


lunes, 20 de junio de 2016

Arnold Böcklin: sombrías pinceladas


Böcklin fue un pintor suizo con un talento increíble para captar los miedos, las creencias, las fantasías, los sueños y las historias de las personas y de sus Dioses.

Por: Beatriz Castañeda / Círculo Colectivo


"La isla de los muertos" (1886) es una de las obras más destacadas de Böcklin.


Nacido en Basilea, Suiza, el 16 de octubre de 1827, viajó a lo largo de Europa durante su vida y se instaló definitivamente en Italia en sus últimos años, concretamente en la Villa Bellagio, en San Domenico di Fiesole, donde murió el 16 de enero de 1901 a la edad de 74 años.
Sus obras tuvieron tanta trascendencia que inspiraron a grandes pintores como Salvador Dalí o Giorgio de Chirico; a poetas como Rubén Darío, y a músicos como Sergéi Rachmaninov, el cual compuso basado en la serie de cinco cuadros homónimos, el poema sinfónico Op. 29 “La Isla de los muertos”, en el cual narra todo el viaje que recorre un alma al llegar al inframundo y navegar al lado de Caronte, quien lo conduce a su destino final: La isla de los muertos, entre la niebla y la marea a cambio de unas monedas (de ahí la tradición de colocar dos monedas en los ojos del difunto).
Un dato curioso sobre esta obra es que Adolfo Hitler tenía una copia de la misma colgada en una de sus oficinas, ya que era gran admirador del pintor. Este consideraba que Böcklin junto con Wagner y Nietzsche simbolizaban “la esencia alemana”.
Es considerado como un pintor de la corriente simbolista, pero a su vez mantiene un toque de realismo. Un halo de misterio, oscuridad y sombras está presente en la mayor parte de sus obras.

Comenzó como paisajista, produjo una serie de obras basadas en la mitología, exploró el romanticismo, logró captar el realismo e incursionó en el surrealismo a lo largo de sus producciones.
Tuvo once hijos, de los cuales cinco fallecieron. La familia fue azotada por la peste en algún momento, y posteriormente él lo plasmó en su obra titulada “La peste”, de 1988, en el cual representa a la muerte vestida con una capucha negra montada en un dragón, recorriendo un sombrío paisaje de cadáveres.

Uno de sus cuadros más conocidos, sin contar ‘La isla de los muertos’, es el titulado “Autorretrato con la muerte tocando el violín”, de 1872, donde se puede apreciar al pintor después de poner algo de color a su pincel, cuando de pronto escucha el leve sonido producido por un violín de una cuerda a sus espaldas, pero él continúa sereno contemplando su obra (que se supone está frente a él pero no la vemos), mientras escucha la siniestra melodía. 
Con esta pieza, según se dice, volvió a influir en la obra musical de otro compositor llamado Gustav Mahler, específicamente en el segundo movimiento de su cuarta sinfonía, donde el violín principal está más afinado de lo normal.

La gran mayoría de las obras de Böcklin se conservan hasta la fecha repartidas en diferentes museos alrededor del mundo, donde aún se puede apreciar la grandeza de este oscuro pintor.

Una de las obras más impactantes de Böcklin es "Autorretrato con la muerte tocando el violín" (1872).

¿Sabes qué son los aditivos alimentarios?


¿Has escuchado alguna vez sobre un ‘aditivo alimentario’? ¿Sabes lo que significa?


Pues bien, un aditivo alimentario es aquella sustancia que, sin ser un alimento ni poseer valor nutricional alguno, se agrega intencionalmente a los alimentos y bebidas durante su fabricación, en cantidades muy pequeñas, con el fin de modificar, potenciar o conservar el olor, color, sabor y consistencia de los mismos.

Por: Teresa López / Círculo Colectivo

Los aditivos se añaden a los alimentos durante su fabricación, con el fin de modificar, potenciar o conservar el olor, sabor y consistencia de los mismos.


Estos aditivos han sido utilizados desde hace siglos, desde que el hombre aprendió  a conservar los alimentos de la cosecha para el año siguiente y a conservar la carne y el pescado.

Gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología en el ramo alimenticio en los últimos 50 años, se han descubierto varias sustancias nuevas que pueden cumplir funciones beneficiosas en los alimentos, ya que los consumidores exigen que haya productos más variados y fáciles de preparar, y que sean más seguros, nutritivos y baratos; estas expectativas y exigencias sólo se pueden cumplir utilizando las nuevas tecnologías de transformación de alimentos.

Entre las principales funciones de los aditivos alimentarios se encuentran:
·       -Asegurar la seguridad y salubridad (evitar el crecimiento de bacterias dañinas).
·       -Contribuir a la conservación.
·       -Hacer posible la disponibilidad de los alimentos fuera de temporada.
·       -Mantener el valor nutritivo.
·       -Ayudan a resistir los cambios de temperatura.

Estos son los aditivos utilizados en la industria de los alimentos:
·    -Los colorantes: aportan color en los alimentos durante el proceso de elaboración, se utiliza en mermeladas, pasteles, dulces, refrescos y algunas pastas.
·    -Los conservadores: limitan, retardan o previenen el crecimiento de bacterias y mohos que pueden ser tóxicos. Se utilizan en productos horneados, vinos, quesos, carnes crudas, zumo de frutas y la margarina.
·   -Los emulsionantes y estabilizadores: se emplean para mantener la consistencia de la textura como la margarina, las pastas para untar baja en grasas, helados y la mayonesa.
·     -Los espesantes: se utilizan para incrementar la viscosidad de los alimentos.
·    -Los edulcorantes: confieren sabor dulce a los alimentos y se utilizan en productos bajos en calorías como los productos para diabéticos. Uno de los edulcorantes más famosos es la Stevia.
·  -Los antioxidantes: Evitan la oxidación de los alimentos e impiden la rancidez y la decoloración. Se utilizan en productos horneados, cereales, grasas y aceites, y en aderezos para ensaladas.


Todas estas sustancias han sido valoradas científicamente para garantizar su seguridad antes de que se autorice su uso. El comité encargado de este proceso es el Comité Científico para la Alimentación Humana, además de un grupo a nivel internacional que es el Comité Conjunto de Expertos en Aditivos Alimentarios, que trabaja bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y la Organización Mundial de la Salud.

Entre las principales funciones de los aditivos, está el asegurar la seguridad y salubridad del alimento, contribuir a su conservación, entre otras.